Koulechov es un enterrador que sólo vive para enterrar. Ya de niño, sabía que era hecho para este oficio. Impasibilidad, neutralidad, complacencia : ésta es su divisa. Koulechov es un virtuoso del arte funerario. Para cada uno de sus clientes (ya ha tenido cuatro mil doscientos veinticuatro clientes cuando empieza la historia), Koulechov toma la pluma y resume en cuatro páginas la vida de la persona que va a inhumar. Claro es que estos relatos (cuatro mil doscientas veinticuatro páginas clasificadas por orden cronológico en su despacho) no se corresponden siempre con la realidad, pero Koulechov está lleno de recursos y de imaginación.
Así transcurren los años, tranquilos, casi serenos, al compás de los fallecimientos y de la rutina tranquilizadora de los funerales. De este modo Koulechov huye de los vivos y se refugia en la muerte para ya no tener que enfrentarse con ella.
Desgraciadamente, alguna mañana, Eva Rouvière entra en su oficina y le pide que entierre a su marido, Emile Lecuyer, en Locmariaquer. Dos horas más tardes, Anne-Marie Lécuyer entra en su oficina y le pide que entierre a su marido, Emile Lecuyer, en Guéméné-Penfao. Ese día, todo, lentemente, se va a descomponer en la mente de Koulechov…

Malvas y maravillas es la primera novela de Thomas Paris. Impasibilidad, humor frío, y ligero desfase : ésta es la divisa del escritor.