Cédric Gras no se lo explica pero le atraen los territorios hostiles, con climas rudísimos de siete metros de nieve, que matan de frío a las vacas borrascas y se las ingenian para espantar en vez de seducir a los escasos viajeros. Es un hecho y su singular mirada de geógrafo no tiene parangón. En este su segundo relato de viaje, Cédric Gras recorre miles de kilómetros desde Carelia hasta el río Amur, desde Crimea hasta el mar de Japón, desde las inmensas estepas de Mongolia hasta la Siberia amazónica, para ver archipiélagos humanos perdidos en plena tierra que el poder soviético explota a golpe de decreto aumentando los salarios. Son los territorios del Norte y asimilados que se corresponden a menudo con lo que fue el Archipiélago Gulag : zonas perdidas de estepa, taiga y montaña, improbables, rudísimas donde el alcohol es un modo de vida y donde conviven los miles de grupos étnicos que componen el Imperio. Ríos desconocidos, ciudades que se cierran y que se convertirán en blanco de los aviones Mig durante los entrenamientos, campos de nieve y hielo donde los nómadas tienen que seguir una cuerda en invierno para no perderse al entrar y salir de la yurta… Más sorprendente aún es el descubrimiento de que el famoso Norte ruso se encuentra en realidad en el Este y que habría, para comprender ese país, que darle la vuelta al mapa. El norte geográfico no es el de los pueblos, ni siquiera el de la administración. Está Moscú y el resto : y el Norte son las zonas hostiles, frías, perdidas, que sin embargo hay que poblar a toda costa, aunque sea en un pueblo fabricado con cuatro tablas y unos pocos irreductibles. El occidental que crea conocer bien la antigua URSS quedará estupefacto tras las lectura de este libro.

A Cédric Gras le atraen los territorios hostiles. En la inmensa federación de Rusia, ha recorrido los archipiélagos humanos perdidos que el poder intenta mantener habitados aumentando los salarios. Este Norte desconocido es en realidad casi siempre el Este, y refleja la realidad de un imperio alucinante que va desde Carelia hasta la Siberia amazónica de las orillas del mar de Japón.