No hago gran cosa. A decir verdad, no hago nada, confiesa Archimède, el narrador, que rechaza las ofertas del Instituto Nacional de Empleo porque no quiere convertirse en un trabajador pobre. Uno más… Doctor en filosofía, ya ha pasado por la triste experiencia de tener que vender muebles y accesorios para cuartos de baño, antes de ser despedido por su jefe por incompetencia y falta de resultados.  Archimède, que vive desde entonces con la Renta mínima de inserción, en la mediocre ciudad de Rodebec, cuyo único atractivo es el casino, en un cuarto del que es propietario muy a su pesar acompaña tres tardes por semana a la señora Viviane a la sala de las máquinas tragaperras del casino. A cambio de un sobre, como dice la jubilada. Allí se cruzará por casualidad con Chloë, una chica joven que colocará a este alérgico al trabajo ante una difícil elección.

Alérgico al trabajo, Archimède ve pasar el tiempo. Su única actividad : acompañar a la señora Viviane al casino. En este universo en el que el azar es el rey, ¿por qué no jugarse la vida a cara o cruz ?