Louis Miliac es un marido honesto y un hematólogo reconocido. Sin embargo, cuando llega a los cincuenta años, el contraste entre la virilidad de su hijo adolescente y la suya lo lleva a considerar su aburrimiento. De repente, su existencia le parece vacía. Entonces huye su hogar, se aleja del mundo, y, en la soledad de su pseuda soltería, bosqueja la vida de una persona que hubiera concretizado antes que nada sus deseos. Inventa la historia de este hombre que observa ahora todas las noches desde su ventana.
A medida que se identifica con él, se acuerda de coincidencias con sus propias heridas. Heridas de un pasado ocultado por sus parientes para hacer desaparecer mejor el recuerdo de las tragedias que tuvieron lugar en Auschwitz. Con los documentos en las manos, Louis decide volver a investigar sobre sus orígenes y descubre que su familia ha cambiado de nombre después de la Segunda Guerra mundial. En adelante, todo empieza a cambiar. Sigue apoyándose en la ficción de un hombre que nunca hubiera abandonado sus deseos, emerge de su torpor y reanuda con sus deseos. El hombre ficcional desaparece poco a poco y Louis, por fin, empieza a emerger.