El origen de esta novela está en el mechón de pelo rubio de Lucrecia Borgia, que se puede ver en Milán, expuesto como una auténtica reliquia. Dos amigos, Clément y Arnaud, que se parecen como dos hermanos, viven fascinados por esa cabellera. Pronto conocerán a una Lucrecia de carne y hueso, en la que cada uno, a su manera, creerá haber encontrado a la del Renacimiento. Solo podrán realizarse estando con ella, siendo reconocidos por ella, por fuerza o por amor. A la luz de Florencia, y luego de Capri, el coraje y la cobardía, la sordidez y la belleza se enfrentarán y lucharán. Impalpable y ligera primero, pero implacable y violenta después, esta breve tragedia recuerda a los relatos de amor y muerte de los que se inspiró Stendhal para sus «crónicas italianas». Con la diferencia que los personajes de esta obra, con sus esperanzas, sus pasiones y sus abismos, pertenecen a nuestro presente.

Lucrecia Borgia no está muerta. O entonces se ha reencarnado: y hela aquí, igual que en el Renacimiento, desencadenando violentas pasiones en la luminosa Italia.