En este segundo tomo de la trilogía de los Arcanos, el Gran Juego sigue, implacable. Se trata ahora de la confrontación entre el Croupier y Matthias, nuestro protagonista… ¿Pero este combate no había sido ya anticipado desde el principio por los estrategas de la Organización?
El lamento de los Arcanos empieza durante la canícula de 2003 y termina durante la temporada de vendimias, Templanza obliga. En una Francia agonizante, agobiada por el calor, angustiada por las profundas mutaciones de la globalización y el liberalismo, la Organización parece haber encontrado un terreno de juego propicio a sus terribles maniobras.
Bajo la égida de Clint Baskerciudad, ha escogido a las víctimas que encarnarán esta vez los siete arcanos del saber (la Justicia, el Ermitaño, la Rueda de la Fortuna, la Fuerza, el Ahorcado, el XIII, la Templanza). Pero mientras el Croupier ejecuta sus primeros encargos, con mayores escrúpulos cada vez – ¿encarna de verdad el Arcano XIII? –, nuevos actores parecen entrar en el juego. En unas extrañas y discretas fincas provenzales, los crímenes se multiplican. Tanto los Alpilles de Nostradamus como el Marsella de los fabricantes de naipes se convierten en un sangriento campo de batalla. En el seno de nuestra vida cotidiana, los protagonistas librarán una guerra sin cuartel, ecos lejanos de sucesos mil veces conocidos y repetidos, happenings cuidadosamente orquestados, espejos apenas deformadores expuestos a esa multitud de anónimos que somos. Del plan maquiavélico de la Organización, lleno de traiciones y sorpresas, no saldrán indemnes Matthias ni sus compañeros. El pequeño grupo, tambaleante, , deberá pagar un precio muy alto para permanecer en la mesa de juego, y necesitará la intervención de nuevos aliados para evitar una derrota total.