Al despertarse, Pierre piensa en su abuelo, y no va a dejar de pensar insistentemente en él durante toda la mañana. A mediodía, al abrir el buzón, descubre una carta… de su abuelo. ¡Qué extraño! Sobre todo porque el anciano falleció hace ya mucho tiempo. En esta carta, la primera de muchas, alerta a su nieto sobre el sentido que le está dando a su vida y le exhorta a disfrutar del presente. A este misterio pronto se va a sumar otro cuando Pierre descubre que la mujer joven, con la que se encontró por casualidad en la cola de un gran almacén, le está siguiendo. Dosificando los efectos y destilando poco a poco los indicios y explicaciones, Que tengas felices sueños mantiene al lector en vilo. Hábilmente construida, agradable de leer, esta novela corta recuerda, en muchos aspectos, a los cuentos de Anna Gavalda.