Al publicar en 1859 El Orígen de las especies, Charles Darwin propuso un modelo sencillo – el de la selección natural – para dar cuenta de la diversidad del mundo vivo y de su capacidad de supervivencia. Chocaba fuertemente con la representación habitual de un mundo creado por Dios, permanente y estable. Su idea, el origen animal del hombre, parecía contradecir la Biblia.
El libro tuvo un éxito fulgurante: ¡los 1250 ejemplares de la primera edición se vendieron el primer día ! La comunidad científica se puso rápidamente del lado de Darwin, en detrimento de la Iglesia.
¿Qué lugar le quedaba a Dios? ¿No era acaso injusto e inmoral que el mundo evolucionara por selección natural? ¿Cómo conciliar el materialismo darwiniano con las tradiciones espirituales y religiosas? El malentendido era total.
Hoy en día, la postura de la Iglesia ha evolucionado. Benedicto XVI ha declarado que Roma ya no era contraria a las tesis de Darwin. Sin embargo, la corriente creacionista, principalmente en Estados Unidos, mantiene una oposición radical basándose en una lectura literal de la Biblia…
En un libro estimulante y de fácil lectura, François Euvé, científico y teólogo, hace balance de estos debates. ¿Cómo entender a Darwin? Los excesos de los a favor y los en contra… ¿Qué libertad le queda al hombre en un mundo en evolución? ¿Cuál es la relación entre ciencia y fe?