Bédira, Chérifa, Safia… sólo tienen culpa de una cosa: haber nacido chicas en Argelia. Sub- ciudadanas, menores de por vida, culpables por naturaleza, tal es su condición. Leila Aslaoui da la palabra a doce de ellas, en unos relatos cuyas protagonistas se asemejan sin duda a personas reales, vivas o muertas. Las historias de estas mujeres son distintas, pero su destino es el mismo: ser rehenes; primero de la ley, su principal enemiga, de las tradiciones, de las mentalidades y por último de los tabúes.
A través de estos relatos, la autora nos hace escuchar el grito de dolor y de rebelión de sus compatriotas. Al restituirles la palabra confiscada, les permite decir yo y no desaparecer como siempre en el nosotros autoritario de la familia y de la sociedad.
Aunque sus vidas son dramáticas, el libro está habitado por la certeza de que un día su lucha dará resultado, porque los dos epítetos que mejor definen a las argelinas son : emprendedoras y resistentes.