Este séptimo volumen está dedicado a dos poetisas muy importantes: una americana del siglo XIX y una rusa de la primera parte del siglo XX. Nos hará marcharnos virtualmente a Massachusetts y a viajar realmente por Rusia — a San Petersburgo, Moscú, Kazán, Samara, Koktebel y Yalta.

Emily Dickinson y Marina Tsvetaieva no tienen, aparentemente, mucho en común. La primera vivió recluida en su casa, en Amherst, en el valle del Connecticut, mientras que la segunda, nacida en Moscú, estudió en Nervi, Lausana y París; contemporánea de la revolución de Octubre, residió en repetidas ocasiones en Crimea, antes de exiliarse en 1922 a Berlín, a Checoslovaquia y después a las afueras de París. En 1939, regresó a la Unión soviética donde se suicidó dos años más tarde.

A través de las vidas heroicas de estas dos mujeres, el libro evoca dos aventuras literarias que sobrevivieron a la indiferencia, la hostilidad, e incluso a la censura. Ambas mujeres rechazaron plegarse a las conveniencias y a los métodos del género poético, dando muestras de una inspiración existencial femenina y universal a la vez. Formalmente, rítmicamente, metafóricamente, revolucionaron los cánones literarios para imponer un nuevo arte poético.

Ni Dickinson ni Tsvetaieva dudaron de su posteridad, convencidas de que su obra, surgida de su más profundo ser, entraría un día en la gran historia de la poesía moderna.

Dos destinos, dos poetisas destacadas: Emily Dickinson y Marina Tsvetaieva – la reclusión voluntaria de una, las adversidades de la otra. Paralelamente, el narrador evoca la Rusia actual y se pregunta sobre la profunda verdad del lenguaje poético, de su deseo de eternidad.