Plantó su palo en el suelo de una vasta tierra llana, que se extendía desde el este, por el norte y el sur, hacia los confines occidentales del mundo visible. Su periplo debía llevarle hasta el Gran Buda del Oeste, y en sus frágiles manos debían ser depositados por el Cielo los sutras necesarios para el pueblo de los hombres. Pero lejos quedaba aún el lugar donde se pone el sol, y numerosas eran las pruebas que tendría que afrontar antes de llegar. En esta primera etapa del viaje, ya le dolían los talones y no imaginaba cómo podría llegar hasta la otra punta del mundo con la única ayuda del palo, el bol de oro y el traje que le regaló el Emperador. Sin embargo, estaba profundamente convencido de que podría cumplir con la tarea que le encomendaron los cielos.

El lector sigue al monje Sanzang, que sale hacia el Oeste del Imperio para recuperar las escrituras sagradas. Entre bambús y arrozales, discusiones con humildes campesinos o codiciosos bandidos, el bonzo hallará un alimento espiritual en la contemplación de la naturaleza y los encuentros humanos.

Con 22 años, Aodren Buart nos brinda una primera novela poética sobre las peregrinaciones de un bonzo en la China legendaria. Esta obra, en la que acompañamos al monje Sanzang por una naturaleza encantada, entre campesinos, mercaderes y bandidos, es un cuento espiritual intemporal, y un homenaje al Viaje al Oeste de Wu Cheng’en.