Charlemagne Persant nació a mediados del siglo XIX en una granja pobre de la región de Lyon, y parecía predestinado a seguir siendo un campesino pobre toda la vida. Pero su abuelo, convencido de lo contrario, iba a forzar el destino poniéndole al niño un sorprendente nombre de emperador. A costa de repetirle tan a menudo al nieto que su destino sería excepcional, Charlemagne desarrolló tal carisma que doblegó al mundo a su antojo. Sus grandes dotes comerciales y su frialdad le dictarán una línea de conducta inflexible que le llevará a escalar a lo más alto, contrayendo incluso matrimonio con una mujer de rango mucho mayor. Jamás se dejará llevar por la empatía, el remordimiento o al compasión a la hora de elegir. Salvo quizá con una prostituta con la piel tan negra como el corazón de él, y gracias a la cual será capaz de transmitir ternura una vez en su vida. Si uno nunca da nada, solo transmite ruina y desgracia. Los amores fallidos, pimienta de todas las vidas, convertirán el final de Charlemagne, verdadero Vulcano, en una hoguera bastante cruel. Su mujer y su hijo intentarán sobrevivir más allá de su recuerdo. L’Affaire des vivants (El negocio de los vivos), magnífica narración de un destino fuera de lo común, saga histórica de la Francia de finales del siglo XIX, tiene todos los ingredientes de la tragedia clásica. La falta de amor hace que detrás del éxito, se esconda siempre, en menor o mayor medida, el fracaso.

En esta fresca histórica sobre el destino fuera de lo común de un prodigio, el lector recorrerá la vida del hijo de un campesino que, corroído por la ambición, alcanzará el más alto escalafón de la burguesía lyonesa a finales del siglo XIX. Pero viviendo sin amor, aunque sea con la fuerza y el poder de los fundadores, solo se fabrican quimeras y muros sin cemento. Más dura será la caída.